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Cabeza fría

El domingo se vota en Argentina otra vez. Es increíble cómo los años pasan volando y cómo nuestra generación, que considero por muchos aspectos bisagra, va conectando ciertas situaciones y viviendo en carne propia algún relato que otrora hubiera oído de alguna referencia "mayor" que teníamos por ahí. Pienso entonces que hoy es época electoral y un poco nos vamos pareciendo más a los jóvenes de ayer aunque, conscientes de estar transcurriendo también la etapa de la negación, dejemos todavía un pie en ese espacio que van de a poco ocupando les pibis de hoy, las nuevas juventudes que nacieron en otras realidades, en otro contexto, con otra estabilidad, con otros interrogantes, con distintas preocupaciones a las nuestras y por ello un distinto mirar.


Es imposible interpretar sus demandas completamente como fue imposible que se interpretaran del todo las nuestras, pero considero sí que debemos hacer el esfuerzo diario por ser el puente correcto entre la historia de un una sociedad a la que le rompieron el lomo por ganarse los derechos que se ganó, que se las ideó para seguir luchando pese a estar rodeada de muerte y que la vida era más bien una lotería; con aquel futuro de estar bien, de apostar a la compañía en una situación difícil, de entender que no estamos solas ni solos frente a los temores más íntimos. De verdad quisiera que se humanicen las palabras que voy tecleando, porque es moneda corriente toparnos con personas sócalo - las que hablan monotema de aquello que imponen las redes de comunicación- que ponen en duda nuestra propia forma de pensar, de vincularnos, haciéndonos sentir muchas veces solxs paradójicamente. Pero vuelvo, porque quiero expresar algo con estas líneas y es que tenemos la obligación imperiosa de darle continuidad a un sentido común de lo colectivo, del cariño, del confiar, de acompañar, de abrazar, de dar espacio, de ampliar. Francamente siento que ése es nuestro rol frente a toda la calamidad que nos está rodeando poco a poco y no podemos abstraernos del presente.


Basta de indiferencia, entendamos que la comodidad de hoy no es eterna ni estuvo siempre, que no es posible andar por la vida con una actitud de uso por conveniencia y descarte, porque nos vamos a encontrar completamente individualizados en el mediano plazo y no habrá herramientas para volver a levantar cimientos. No puede comprarnos el slogan del sálvese quien pueda, por salud mental no puede movilizarnos el hecho de negar la existencia de otra persona, de desear su exterminio, de temer del otro. No lo entiendo. No entiendo la manera discursiva de dirigirse a otro ser humano, el sentimiento de desprecio que tapa otro sentimiento de vulnerabilidad propia, es el miedo generando más miedos y un sinfín de malestares que no tienen salida. De verdad, no es por ahí. No es cierto que son la minoría las personas buenas que quedan en el mundo, no es cierto que todo el mundo está pensando en quitarle a otro lo poco que tiene. Es exactamente todo lo contrario, solo que hay que desconfigurar un poco la estructura en la que se está parado. Prometo que vale la plenitud hacerlo.


Escribo esto como ya saben, un poco a modo de catarsis, otro porque sé que estoy dialogando con quienes me conocen y saben que trato de que mi militancia sea de todos los días. Lo que creo importante amigas y amigos es entender el peligro real y latente que puede asumir al frente del país, resultado de estas próximas votaciones. Si tienen un poco de memoria les pido que recapitulen a los años macristas y la angustia de salir a la calle, de ver violencia policial y desamparo estatal. El choque tan drástico que nos produjo a quienes habíamos vivido la mitad de la vida durante los mejores años de la región. No naturalicemos el odio. Sepamos cómo trasladar todo aquello al gran porcentaje de jóvenes que votan por primera o segunda vez, lo bueno y lo malo. Mi experiencia personal con ellos es que existe una confusión muy enorme entre el nombre y el contenido. Ayudemos a dar coherencia y encausar el anhelo colectivo en un porvenir de esperanza y no de exterminio del otre. Porque los otres somos concretamente quienes tenemos este tipo de pensamientos. No soy quién para invalidar o aprobar el voto de ningún compañere, aunque ya saben algunes qué haré yo y por qué. Nada de enojarnos con nadie, al contrario, abracemos a quienes tengan algún punto en común, esforcémonos por cuidar eso. Cabeza fría, con el corazón en la mano para entender el peligro externo.

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