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Confesiones de Invierno

Arranco, escribo sin saber mucho por dónde empezar. Tuve hoy, seguramente como gran parte de ustedes, un día con más palpitaciones de las habituales, dormí poco pasada de rosca como desde hace unos largos meses, la ansiedad no baja para preocupación de mi psicólogo que ya me largó la frase del prejuicio que se les tiene a los psiquiatras, que lo vamos a considerar si no funcionan las meditaciones y las terapias alternativas. Me termino el cigarrillo de marihuana que tengo guardado para ocasiones especiales, pienso que no sé cómo me pegará mezclado con un discurso de Milei de fondo. Siento de a poco los hombros más livianos. Abro Twitter sabiendo que me tumba el olor a mierda que sale de adentro, sigue Tiktok. ¿Será que nuestros amigos en realidad nos odian? Se morderán los labios nuestros familiares de las ganas de decirnos que se regocijan de solo imaginar nuestras caras ayer? mañana en la oficina los señores varones y las mili pilis hablarán más fuerte y fanfarronearán los resultados cual si fuese un partido de futbol?.


Se me mete en el cuerpo un recuerdo: yo en las elecciones del 2015 trabajaba en un call center. El día posterior a confirmarse el macrismo en la Rosada llegué a laburar con la cara desfigurada del llanto, reconocía algunxs que estaban en las mismas condiciones, nos abrazábamos con los ojos porque no teníamos ya ganas de hablar. Vimos la risa de mucha gente tratándonos de fanáticxs, que era imposible que Macri nos saque derechos, si ya lo dijo, no escuchamos? que lo bueno lo iba a dejar. A la semana siguiente y durante muchos meses se acercaba a nuestro puesto el supervisor de turno, se paraba al lado de algún compañerx y esperaba que corte el llamado, 'Ponete en administrativo' era la señal para avisarnos al resto que lo iban a despedir. Nadie de los que estaba alrededor podía dejar de trabajar ni distraerse. A los minutos volvían a buscar la mochila del desempleado, algunxs eran más rebeldes y regresaban sin permiso a darnos unos abrazos a los que quedábamos con la psicopatía de seguir próximos en la lista.


Pienso con esto en el daño terrible a nuestra salud mental: Durante cuatro años salimos a la calle, muchas y muchos tuvimos nuestros primeros encuentros con las fuerzas de seguridad, experimentamos la sensación del gas lacrimógeno y el vértigo de correr escuchando estruendos. Así defendíamos las jubilaciones de nuestros viejos, así frenamos la injusticia de que a los genocidas se les perdonase su condena, así acompañábamos a los pueblos originarios a resistir por sus territorios. Así lo asesinaron a Santiago, también. Y así volvíamos a nuestros puestos de trabajo, si aún lo teníamos, cada mañana a dar lo mejor de nosotros fingiendo que nada había pasado, como si no hubiéramos estado la noche anterior cagados de frío y miedo en la plaza del Congreso o en casa de nuestro abuelo apelando a su falta de memoria para dejarle por ahí unos pesos mientras pispiábamos su boleta de luz. Puedo nombrar centenares de ejemplos. El punto que quiero resaltar es que ocultamos nuestros estados de ánimo, dejamos que otrxs nos lastimen con su discursiva y decíamos para qué, no voy a reaccionar a su violencia, no, hay que entender también su enojo. Hoy vemos que el 60% de personas optaron abiertamente por quienes confirman que van a exterminar a un sector social, que nos van a desaparecer, que somos terroristas. Y yo me pregunto por qué nos odiará tanto esa persona que ofrendó nuestra vida a un partido político convencido de que salvará así la suya. El individualismo genera miedo al otre, un sálvese quién pueda, un dar el primer golpe antes de que otro lo haga primero. Enloquezcamos entonces de odio y miedo, y pánico, al punto de preferir la desaparición de cualquier persona que no sea yo.


Entiendo ahora, esto que hago es un empezar con el ejercicio de hablar para evitar los mismos errores. Porque los que no fueron a votar y los que sí lo hicieron pero votaron el exterminio probablemente no tengan idea, no sepan de cómo estamos ahora. Parece que no se enteraron que vivimos en el mismo país que ellos, que a nosotros nos atraviesan los mismos problemas, caramba! O se creen que llegamos a fin de mes? que alguien nos paga los servicios, que nos regalan algo? Por qué, siendo así, demás de tener exactamente los mismos problemas tenemos que atravesar la ansiedad y el miedo de que nos maten? No, no me parece justo. No pienso pasar sola este proceso. Ellos están mirando con los ojos equivocados. Nosotros no matamos a nadie, no denigramos ni odiamos a nadie, nosotros respetamos la vida y la palabra ajena. Ahora mismo estoy perjudicando mi salud mental por recordar los peores cuatro años de mi vida. Ya no puedo seguir escribiendo. Cuidémonos mucho, no nos encerremos en nosotros mismos.

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