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Otro diciembre más

19 y 20 de Diciembre de 2001


Una masa popular sin representación política juega una pulseada de hegemonía y en Plaza de Mayo se escucha: "a ver a ver, quién dirige la batuta, si el pueblo unido o el gobierno hdp". La fuerza de seguridad de un Ejecutivo cipayo y entreguista mete palos y gases, de tanta represión se acaba el stock de balas de goma y se comienza a disparar con plomo. Matan a 39 seres humanos en aquellas jornadas. Las escaleras del Congreso chorrean de sangre, el obelisco está prendido fuego. Se escucha la palabra 'piquetero' sin cesar en la caja boba que intenta demonizar a las y los compañeros organizados, se almuerza con Mirtha Legrand y se cena con todas las calles del barrio cortadas y prendidas fuego. Los comercios barreteados, los vecinos en las terrazas para avisar sobre algún saqueo. La tevé paranoiquea. No hay un peso. Organismos de derechos humanos salen en defensa del pueblo pero la violencia institucional no discrimina: reprime a las madres. Se resiste. Periodistas independientes registran el horror. Avenida Corrientes no se ve de los gases. Cuerpos agonizantes tirados en el asfalto. Todo el mundo corre y asiste al de al lado. Se defiende. Se sigue resistiendo. Se bancan los palos y la muerte. Se escucha un helicóptero y finalmente se festeja.


El estallido social del 2001 aún es objeto de estudio en las universidades del primer mundo que se agarran la cabeza sin entender por qué los manuales no aplican en América Latina. Es realmente estremecedor recordar y estudiar en profundidad aquellos hechos pero también es vital ejercitar la memoria año tras año. Traerlo al presente por cada muerto, para no repetir errores, para saber de dónde venimos porque sólo los pérfidos egoístas olvidan sus raíces, y fundamentalmente, para tener un horizonte que nos sirva de brújula en cada paso hacia adelante.



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