Ya con la Fundación Favaloro en marcha -parte de la que pagó de su bolsillo cada ladrillo y maquina de avanzada- charla frente a un auditorio repleto. Se dirige a los estudiantes y habla sobre el neoliberalismo, transmite no concebir a un universitario sin compromiso social. Lee un fragmento de "Patas Arriba, la escuela del mundo al revés" de -sí, otra vez él- Galeano... Y arranca: "El aire estará limpio de todo veneno que no provenga de los miedos humanos...". Al finalizar es enérgicamente aplaudido.
Así se sentía René, ya lo había dicho, solo y en el mundo del revés. Aplaudido de pie durante los congresos pero afuera, las mismas personas, se jactaban de llenarse bien los bolsillos porque, amor, de ser bueno no se mantiene uno.
En el año 2000 su Fundación declina al borde de la quiebra porque las obras sociales no le pagan como corresponde y lo aprietan para que se adecúe al sistema médico corrupto de todo el país. El PAMI -o sea, Horacio Rodríguez Larreta y su secuaz de siempre Mariu Heidi Vidal- le debe 1.9 millones de dólares. A ellos les escribe una carta algunos días antes de volarse el pecho. -Me duele tanto que hayan ocupado ellos los últimos días de su brillante mente-. También escribe sin respuesta al diario La Nación y al Presidente De la Rúa, con una pluma desgarradora. Confesó haberse convertido en un mendigo, que no tenía él trato con el empresariado argentino. Que por ello necesitaba un crédito. El lunes de la siguiente semana debía despedir a colegas que habían trabajado a la par durante toda su formación y no podría afrontarlo. O debía renunciar a todo aquello por lo que había vivido: La honestidad, la solidaridad, la transparencia, ser un educador desinteresado, ser el médico rural de los pobres; para sumergirse en la oscuridad de la corrupción y el negociado detrás de la vida de las personas. Pero esto no le significaba una opción.
Tras la muerte del Dr. René Favaloro, el diario La Nación publica su admiración y condolencias hacia él. Larreta dice que la carta recibida quedó sin abrir arriba de su despacho. De la Rúa confiesa enterarse el dia de la muerte del doctor, haber recibido una misiva con su nombre.
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