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¿Quién relata el cuentito?

La OTAN se creó para ir por el mundo defendiendo los derechos del país que, bajo su manto, se encuentre amenazado por el monstruo externo que los ataca. Es imposible sostener tal narrativa sin tomarle el pelo a alguien. Por ello adquiere importancia desmembrar la campaña puesta en marcha en pos de mostrar a Rusia como desestabilizadora del mundo y a la OTAN -que es USA- como la guardiana de que eso no suceda.


Desde la caída del muro y las promesas quebrantadas de EEUU a Gorbachov de que la OTAN no avanzaría un sólo centímetro hacia el Este, habiendo tenido la Organización cinco oleadas de expansión desde entonces a la fecha, hasta el apoyo al golpe de estado en 2014 en Ucrania, hace rato que EEUU prepara el terreno para aislar a Rusia de su natural zona de influencia.


Una manera adecuada de comprender el tablero mundial es dejar de lado el chip ideológico y encarar la cuestión en su esencia geopolítica, teniendo presente que los Estados poseen intereses estratégicos en cuanto a sus relaciones internacionales. Esto, per se, ya es elemento suficiente para cuestionarse por qué Europa adopta una postura poco inteligente frente al conflicto sin dejar en claro el motivo por el cual está jugando con fuego, por qué no acciona por sus propios medios y toma partido, en lugar de tener el papel "políticamente correcto" de siempre. Quiere tener voz en ese sentido Alemania que, ya dijo, no suministrará armas a Ucrania por ser zona de conflicto, y porque lógicamente tiene parado el gasoducto germano-ruso Nord Stream 2. Pero no sólo Alemania depende de Rusia, la industria europea en general depende del suministro de gas ruso.


Es hora de que Europa esté a la altura porque ya nadie se cree el cuentito de hacer la guerra para defender las democracias y los DDHH. No son tiempos de disparase los pies por intereses que no son los suyos sino los de la Casa Blanca, a la que se le está complicando mantener el kiosquito del complejo militar industrial, y de esa Elite ligada a la industria bélica que intenta recuperar posición dentro del propio establishment estadounidense.


Desde Latinoamérica, y esto con vistas a nuestros propios conflictos, no podemos tomar así nomás la discursiva de un país cuyo presidente estuvo y estará siempre del otro lado de la vereda y que lo único que hizo fue dejar en claro que para él no somos su patio trasero, sino el delantero.

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