Era miércoles el 19 de Diciembre de 2001. El país amanecía prendido fuego. Mataban a Pocho Lepratti de un tiro en la garganta en la terraza de una escuela. Renunciaba Cavallo. Se declaraba Estado de Sitio. Hoy es madrugada de un domingo 20 años después en la ciudad de Quilmes, entra por el balcón música de festejos de fin de año de algún vecino que interrumpe mis pensamientos. Cuán difícil es interpretar a las masas. Este año hay mucho material dando vueltas de aquellos acontecimientos, por lo que doy lugar a la indagación individual.
En verdad corren tiempos difíciles y alarmantes. No es momento para adormecidos. No puede concebirse que el contenido de la Alianza de De La Rúa encante aún a semejante porcentaje de personas. Los acontecimientos del 19 y 20 de diciembre fueron transversales a todo el territorio, no hubo una sola persona que la haya pasado bien en aquel momento. ¿Qué pasa entonces señores, qué vamos a hacer? ¿De verdad vamos a seguir metidos en esta rueda de la historia llenándonos de mierda y quejándonos al mismo tiempo del país en el que vivimos? ¿Pero es que nadie comprende que les permitimos a estos tipos seguir manejando nuestro porvenir? Siguen teniendo trascendencia los proyectos suicidas y los seguimos votando en cabeza de los mismos que otrora nos dejaban sin morfar, ¿O qué es lo que se entendía por recorte y flexibilización? El Blindaje, los patacones, el voto bronca, el FMI, la prostitución mediática. Casi todo resulta actual. Y ni siquiera tienen que cambiar de gente, entra una Bullrich así nomás, sin vaselina. Un Larreta. Cavallo sigue teniendo espacio de escucha. Mi universidad, sin ir más lejos, nos invitó este año a una "Charla magistral" con este tipo. Aparenta ser a veces que no existieron 12 años de gobierno que no sólo nos sacó de ese desastre, sino que nos dio el sostén para planificar un futuro. Sí, planificar un futuro, lo repito porque pareciera que nosotros, los latinoamericanos en general, tuvimos ese privilegio de nacimiento, y no es así. Son días para hacer memoria y actuar, por la sangre derramada y la vida arrebatada.
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