En el año 2013 se llevó a cabo el Foro Internacional Antifascista en el que se conmemoraron los 40 años del golpe de Estado a Chile. En primera fila está Estela de Carlotto, más atrás se ve a Lugo. Habla Eduardo Galeano, quien era muy amigo de Salvador Allende, allí cuenta las anécdotas que siempre contó de él. A mi me gusta mucho recordarlas puesto que resalta lo humano en un contexto de formalidad politico-académica.
En una de sus visitas a Chile, el escritor notó a su amigo totalmente triste. Con un dolor que le atravesaba la cara. El motivo de ello era que en la mansión de en frente trabajaba una mujer que se había enterado, por los miedos de comunicación, que si él ganaba las elecciones le iba a quitar todo, iba a expropiarle hasta la ropa que traía puesta. Por tanto la mujer decidió enterrar sus pobres pilchas en el jardin de su casa. En aquel entonces Allende ya sufría en carne viva los males del poder mediático.
Galeano descubrió la nieve junto a Salvador en Punta Arenas. Nunca la había visto antes. Cuenta que, entre copas de vino, disfrutó el caer de la nieve. Suave. Acariciando el aire. Esa noche Salvador le muestra su discurso de candidatura. Más adelante, el día del discurso, Eduardo nota que el futuro presidente había pronunciado una frase que no estaba en el papel. Era casi predictiva. La frase con la que comenzó su camino es la misma que representa el acto con el que lo terminó, y era la siguiente: " Vale la pena morir por todas aquellas cosas sin las cuales vale la pena vivir". Cierra el Foro diciendo que transcurren años en los que las palabras y los actos no se saludan por la calle porque no se conocen. Remarca lo importante de recuperar la dignidad del lenguaje, reivindicando el inmenso respeto de su amigo a la palabra.
26 de junio, recordamos el natalicio de don Salvador Allende.
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